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Asociación Amigos del Museo del Cine | Cinco miradas a la muestra «Cuadro a cuadro»
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Cinco miradas a la muestra «Cuadro a cuadro»

Cinco miradas a la muestra «Cuadro a cuadro»

Figuras de la animación –que se destacan en los campos del guión, la realización y/o la crítica- expresan sus impresiones sobre algunas de las piezas materiales, audios y/o proyecciones exhibidos en el marco de la muestra Cuadro a cuadro: 101 años de animación argentina.

 Texto: Julián Gorodischer/ Fotografías: Mariana Sapriza

Para Irene Blei -realizadora de animación y fundadora y directora de la escuela de cine infantil y juvenil El Mate, de la Municipalidad de Vicente López- “fue impactante ver por primera vez un abanico de obras de animación argentina de tanta calidad expuestas al público”. Destaca los “simpáticos” gauchos de Quirino Cristiani que, ya desde las escaleras, invitan a avanzar en la visita.

También, Irene se dejó interpelar por esos mismos personajes, esta vez exhibidos en una vitrina donde se quedó observando en detalle largo rato junto a otros materiales históricos. Quirino Critiani fue el autor del primer largometraje animado del mundo, El apóstol (1917), y si bien casi nada de él se conserva hasta nuestros días, unos cortos realizados para el noticiero Film Revista Valle y el film El mono relojero de 1938, pueden verse en la muestra.

Irene puso atención, particularmente, a un espacio de proyección donde se ve obra fílmica de Cristiani, a quien define como “pionero”, la cual se alterna con otras proyecciones que lo ponen en contexto de tiempo y logran una conjunción sumamente sentimental y didáctica. “Las familias con niños pasaban por esa instalación y daba gusto oír a los padres comentarla dando explicaciones a los chiquitos –focaliza-. También muy bella y vistosa es la pared dedicada a Cinepa, con el caballito Ciclón y el refrán animado. Qué importante es poder compartir estas obras con los visitantes. Tal vez, la producción de cine animado argentino haya sido poco prolífica por épocas, pero existió y ahora está visible. ¡Bien por esta apuesta tan atractiva y entrañable!”.

Tras su visita, el periodista y crítico Diego Trerotola, del suplemento Soy de Página/12, se queda con “un dibujo de Casimiro, a quien mucha gente identifica como extranjero, principalmente por el éxito que tuvo en España. Pero Casimiro –sigue- es una creación argentina del dibujante Jorge de los Ríos, figura clave en la historia de la animación local, partícipe de la mayoría de las películas con personajes de García Ferré».

«Casimiro era un monstruo todo peludo y naranja con guantes y zapatillas, que vivía en una gran casona derruida y aparecía cada noche en la pantalla fantasmal de nuestros televisores para cantar una canción para que niños y niñas vayan a dormir, con la amenaza de volver a cantar si no lo hacían”.

Según recuerda Diego, “recién empezaba la década del 80 y la dictadura militar argentina comenzaba a declinar. Esa animación parecía combinar parte de la estética del shock rock que, con el estreno en cines locales en 1980 de la película televisiva Kiss contra los fantasmas, pasaba por un momento muy infantilista. Visto hoy, pensado en el contexto amplio de la época, es difícil no ver esa animación popular sobre el universo del terror como síntoma de algunas secuelas de la dictadura».

La reacción de Juan Pablo Zaramella –director de Viaje a Marte y Luminaris– es “la felicidad de haber visto una muestra que hace justicia a la historia y el presente de la animación argentina montada con amor, conocimiento y la calidad que merece y abriendo los ojos y el camino a las nuevas generaciones de animadores”.

Destaca, en primer lugar, a Quirino Cristiani por ser un pionero y porque se identifica con su perfil artesanal e independiente. Luego, menciona a Manuel García Ferré: “porque demostró que se puede hacer industria en la Argentina manteniendo la identidad y las raíces”.

 

 

Para Juan Pablo, fue muy emocionante tomar contacto con la mesa en la que trabajaba García Ferré, en la que se hicieron muchas de las películas que lo inspiraron en la infancia. “Me paré a su lado –dice- a hablar con un colega y estábamos emocionados. ¡La precisión! Es un ícono del estudio G.F. Y vale  la pena destacar el trabajo de Luis Bras, otro de nuestros genios independientes, por su capacidad para crear desde la abstracción”.

En el caso de la periodista Laura Ávila -guionista y cronista de Sobre BUE, periódico de artes y espectáculos-, la elección recae en el afiche de Ico, el caballito valiente, dirigida por Manuel García Ferré (1982). “Me hizo acordar a mi infancia –dice-. Es, realmente, una obra de arte por la calidad del dibujo: ¡su modernidad, sus fondos trabajados como los dibujos de ahora, sus personajes pregnantes!”.

El entusiasmo ante el afiche también se traslada al film, que –en su momento-  llegó a alcanzar un millón doscientos ochenta mil espectadores. “Su guión, referido a unos caballos desparecidos, –por la época en que fue estrenada- puede tomarse como una metáfora encubierta sobre lo que nos estaba pasando. García Ferré es un pionero –señala-, un talentoso que supo buscar y encontrar su lugar. Después de él, se produjo una revolución en el cine de animación en la Argentina”.

Según la opinión de María Verónica Ramírez –artista plástica, ilustradora, gestora cultural y compañera de vida del Negro Caloi- “la muestra es un reconocimiento a una historia poceada pero que ha tenido picos en algunas épocas, como por ejemplo los documentos referidos a la gesta de Quirino Cristiani”.

Entre los objetos, rescata la mesa de animación de García Ferré (“el primero que concibió la animación para cines comerciales y con carácter nacional”). También, los originales de una campaña de los años 80 para cigarrillos Parissienes, producida por Nanni & Berrino. Y no olvida “el rinconcito vintage que evoca a Caloi en su tinta, con unos nitratos del programa que se transmiten en loop, el teléfono con grabaciones –pildoritas- de Pelusa Suero y los originales de dibujos con indicaciones del trabajo de los animadores a las que habitualmente no tenemos acceso”.

No podría faltar la celebración de las piezas audiovisuales que fueron programadas en la muestra, como la película Ánima Buenos Aires, “hija de Caloi en su tinta –define María Verónica-. Fue el último trabajo que hicimos con mi compañero de vida, el Negro Caloi, quien falleció tres día después de su estreno. Es un mojón en la historia de nuestro cine de animación”.

La muestra Cuadro a cuadro -con curaduría de los investigadores María del Carmen Vieites, Eloísa Solaas y Raul Manrupe y el diseño gráfico general de Valeria Kriletich- puede disfrutarse los lunes, miércoles, jueves y viernes de 11 a 18 horas y los sábados, domingos y feriados de 10 a 19 horas. Entrada general: $30 pesos.