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Asociación Amigos del Museo del Cine | Gauchos vs. cowboys
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Gauchos vs. cowboys

Gauchos vs. cowboys

Walt Disney en Argentina

En septiembre de 1941 Walt Disney y su equipo vinieron a nuestro país. Entre otras entrevistas con artistas locales se interesaron mucho en el trabajo de Quirino Cristiani, realizador del primer largometraje animado del mundo (El Apóstol, 1917). Gracias a él se encontraron con Molina Campos, artista plástico que popularizó sus imágenes sobre gauchos y paisanos de la pampa. De los viajes de Disney por Latinoamérica y ese encuentro surgieron los films Saludos Amigos (1942) y Los tres caballeros (1944).

Texto: Pamela Gimena Vázquez

Quirino
En una nota de El Periodista de Buenos Aires Nº 101, Quirino Cristiani, ya mayor, cuenta cómo Walt Disney fue a “Laboratorios Cristiani” con la intención de contratarlo “para hacer varias películas con personajes sudamericanos”. Fue el dibujante De Thomas –el creador del Pato Donald- quien hizo de traductor. Tal vez W. Disney se llevó entonces varias sorpresas, primero ante la falta de personal, es decir la labor solitaria y artesanal de Quirino Cristiani: -“¿Qué equipo ni qué persona?”, dijo que contestó. La segunda sorpresa debió ser cuando le ofreció trabajo y el viaje pago a Estados Unidos y el maestro le dijo que no podía, que tenía que atender su empresa. Cristiani llamó entonces a un amigo que podía ir en su lugar: Molina Campos. “Cuando Disney vio esos gauchos con alpargatas tan expresivos y tan característicos de Molina Campos, se quedó maravillado”, cuenta Quirino; luego cambia el tono, bajo el recuerdo del incendio de su laboratorio, en 1962, donde se pierden todas las copias de El Apóstol  y de lo que sería el primer largometraje animado sonoro del mundo, Peludópolis (1930).

Florencio
Disney logró acceder al estudio de Molina Campos gracias a Elvirita, su esposa, porque él estaba en ese momento fuera del país, casualmente en E.E.U.U. Recién en abril de 1942 se encontrarán los dos en los estudios Disney. De este modo nacen los films inspirados en el viaje de Disney y su equipo por Latinoamérica y que Molina Campos tuvo a su cargo supervisar. La figura de Molina Campos está ligada a los sectores más tradicionales de la Argentina tanto por procedencia como por elección estética. En contraste con el origen inmigratorio de Quirino Cristiani, Florencio Molina Campos desciende de familias que se remontan a fundadores, como evoca una nota de Nuevo País del 5 de septiembre de 1986. Allí también se cuenta el primer impulso de representar los esfuerzos diarios de la peonada en los pagos del Tuyú. Será justamente a partir de una exposición de sus dibujos en la Exposición Anual de la Sociedad Rural, de 1926, y que llamó la atención del presidente Alvear, que iniciará una carrera artística de gran alcance popular gracias a sus almanaques de Alpargatas, pero que prosigue con “sus audiciones radiales, su fama transcontinental, sus viajes a Norteamérica como embajador de buena voluntad, y también pintor de vaqueros, negros y almanaque.” Justamente en esta nota también se cuenta que quedó molesto con los dibujos de Disney Productions (menciona El gaucho volador, El gaucho reidor, Goofy se hace el gaucho y Saludos, amigos) de los que fue “asesor… inconsulto”. Parece ser que tras ser convocado para asesorar y aportar su trabajo, una serie de episodios de falta de coordinación para realizar conjuntamente las animaciones resultó en el desconcierto de Molina Campos ante un trabajo ya terminado y al que no se podía volver atrás.

 Cowboys vs. gauchos

El primer film fue Saludos Amigos, un mediometraje ambientado en América Latina compuesto de segmentos protagonizados cada uno por figuras animadas ya conocidas y otras nuevas que corresponden a una semblanza del Lago Titicaca en Bolivia, un episodio localizado en Chile, la visita a Buenos Aires y sobre todo las pampas de Argentina y por último Río de Janeiro en Brasil. En el segmento sobre Argentina se lo ve a Florencio Molina Campos junto a W. Disney, con una remera a rayas, y se ven sus dibujos. Es desde sus dibujos que se salta a un registro documental de un espectáculo de doma en el campo. La animación se ocupa de dejar bien claro esta semejanza entre cowboy y gaucho: la mano y la voz en off del dibujante se ocupan de buscar al cowboy Goofy en las extensiones del Estado de Texas, que se ven ocupadas por torres de extracción de petróleo a las que abúlicamente mira Goofy fumando, y de allí se lo transporta sin ninguna pretensión de naturalidad, atravesando el mapa de ficción en un vuelo de ficción, para colocarlo en las pampas argentinas. El tipo de hombre es el mismo, silencioso, duro, heroico y de a caballo; cambia sólo de extensión e indumentaria (aquí es donde habrá hecho sus peros Molina Campos, quien aparece en los créditos como realizador de los fondos de este episodio). En el perfil del caballo de Goofy y sus dientes también puede verse una inspiración en las estampas de Molina Campos.

Gooffy y los gauchos
Gooffy y los gauchos

Tres caballeros: Estados Unidos, Brasil y México
Dos años más tarde aparece Los Tres Caballeros, largometraje de 72 minutos supervisado por Norman Ferguson. Como largo fue el primero en combinar secuencias documentales con animación tradicional y actores de la vida real, incluso logra mayor interacción entre imágenes reales y animación que en el film anterior. Esta vez en los créditos no se menciona a F. Molina Campos. La historia es llevada a través de un único personaje-estrella de Disney, el Pato Donald, quien recibe regalos de sus amigos latinoamericanos debido a su cumpleaños que cae un viernes 13. Esta vez hay más segmentos; la película se centra en paisajes, bailes y música típicas de Brasil y México, pero sigue la línea de rescatar exotismos de Latinoamérica y propone un largo recorrido que comienza en el Polo Sur, la Antártida. Donald recibe tres regalos, los últimos dos vendrán junto con José y Pancho, de Brasil y México respectivamente. El primero no parece venir de un lugar determinado ni de un amigo particular, pero es el que nos ocupa porque se trata de un proyector, una pantalla y una película de 35 milímetros (con perforaciones en ambos lados) que muestra “AVES RARAS” y hace un recorrido por el mapa de Sudamérica hacia el sur, para comenzar con la historia de un pingüino en la Antártida. Luego, con el viaje del pingüino hacia zonas más cálidas siguiendo la costa del Pacífico, pasa por zonas selváticas donde se destaca al Aracuán (una especie de pájaro loco que puede salirse de la proyección e interactuar a veces con Donald y sus amigos). El relato desciende nuevamente hacia el sur a una región de Mendoza, donde un paisanito casi niño descubre en las montañas las alas de un animal extraño: un burro-pájaro, un burro volador. A través del paisanito y su burro se muestran aves típicas como el hornero -que no es antropomorfizado como el perico y el gallo y por eso queda pájaro- y otras características locales, la fiesta gaucha por ejemplo. Es al participar de una carrera ecuestre que nuevamente se nota la inspiración en Molina Campos para dibujar los caballos.

Sucesos Argentinos
Sucesos Argentinos

Inexistente y legendario
En el ejemplar Nº 177 de la publicación Cine Argentino, luego de comenzar con una breve nota sobre la visita de W. Disney a nuestro país, la revista hace una doble página titulada “EL PRESIDENTE ROOSEVELT SALUDA AL DR. CASTILLO POR INTERMEDIO DE NUESTRO DIRECTOR GENERAL”. Lo de “Dr. Castillo” parece una manera económica de aludir una situación que hace más extensa la presentación de Ramón S. Castillo quien, siendo el Vicepresidente, ejercía la presidencia en aquel entonces debido a una licencia del presidente Roberto Marcelino Ortíz (que muere en 1942 y Castillo debe suceder en el cargo). Con numerosas fotos –en una de ellas se muestra la carta proveniente de “THE WHITE HOUSE WASHINGTON” firmada por F. D. Roosevelt al Dr. Castillo- el artículo parece una contrapartida a la visita de W. Disney. Quien llega con tal saludo es el director general de Cine Argentino y Sucesos Argentinos, Antonio Angel Díaz. La posición destacada y sucesiva en que se anuncian estos hechos hace que se paragonen entre sí, con la ligera picardía de mostrar que antes de venir el destacado emisario o embajador de “buena vecindad” de Roosevelt nosotros los argentinos ya habíamos enviado nuestro embajador cultural, (algo así como que lo madrugamos, que le ganamos de mano). En su viaje A. A. Díaz llevó dos películas rodadas por Filmoteca Argentina: Tierra Argentina y Potencialidad. Da la impresión de que la artillería simbólica, el cine de propaganda, tan deudor de la Segunda Guerra y de la Guerra Fría, no era una estrategia sólo de las potencias. Y hablando de “potencias”, puede ser que el estado actual de nuestra economía, la emergencia como aspiración y la subordinación a las condiciones del FMI, conforme de tal modo nuestras miradas que ya veamos este gesto con pudor: tal equiparación entre la capacidad de influjo de E.E.U.U. y Argentina nos parece evidenciar una diferencia creciente. En medio de grandes cambios poblacionales y por lo tanto de idiosincrasias e identidades, W. Disney, y Norteamérica en general, ya había encontrado en los “cowboys” un emblema y punto de apoyo para la construcción de una historia e identidad unificadas, una imagen-símbolo para dar cuenta del gran y diverso territorio. Cuando a Disney (en otra nota de la revista Sintonía) se le confiesa que el gaucho ya es (atenti que es 1941) “inexistente y legendario”, sin mayor problema el empresario de la animación responde que pueden hacerse cosas tan grandes y originales como los norteamericanos hicieron con sus cowboys. Es decir, ante las casi disculpas de nuestros empresarios culturales locales por la falta de un ejemplar vivo del gaucho W. Disney les responde como quien sabe de la utilidad de los significantes vacíos: en su falta radica la mayor potencialidad o riqueza. En relación a esta cuestión, la disparidad y capacidad de explotar el capital, material e inmaterial, ya en 1942, cuando nuestro artista Molina Campos controla y critica en E.E.U.U. el modo en que el equipo de Burbank produjo animaciones inspiradas en nuestros paisanos, tanto su jefe W. Disney como sus empleados no cambiarán nada, simplemente lo van calmar diciendo que los dibujos se van estrenar en México, no en Argentina. Así, el contrato de Molina Campos para asegurar la autenticidad o fidelidad de la producción animada se puede ver como un exceso, por lo innecesario o como gesto final hacia la garantía de origen, un adiós.
Se nos ocurre como ejemplo de la asimetría que ni siquiera es necesario decir o precisar si W. Disney trajo films porque –hubiera traído o no- tarde o temprano la industria norteamericana del cine llegaría a las salas argentinas con estrenos y reestrenos de Blanca Nieves o Fantasía u otras producciones. En cambio de Tierra Argentina o Potencialidad (esta última parece que estaba relacionada con el petróleo de nuestro suelo) no sabemos más que por menciones y así como se perdieron para nosotros es probable que nunca hubieran llegado al mandatario de E.E.U.U. sino era por medio de un emisario abocado al uso diplomático del cine.

Walt Disney en Argentina
Walt Disney en Argentina