30 Ene Colecciones: cuerpos de verano
Texto: Julián Gorodischer/ Fotos: Mariana Sapriza
*Agradecimiento especial: María Angélica Crespo (área de Conservación – Museo del Cine).
La propuesta es hacer una revisión del patrimonio textil del Museo del Cine, que da cuenta de más de 450 piezas de vestuario, accesorios y objetos de uso personal correspondientes a la época del cine mudo y el cine de estudios del siglo XX hasta la actualidad. A tiempo con la temporada estival, los trajes de baño de hombres y mujeres de todas las épocas del fílmico permiten no solamente aprehender algo de los usos y costumbres de cada momento histórico sino también revivir, a través del vestuario, algunas escenas significativas del cine nacional.
Aquí está, por ejemplo, la malla de baile de lamé dorado, bordada con lentejuelas, canutillos al tono, piedras de colores y perlas con motivos florales y cierre metálico en la espalda, que fuera parte de un traje de baile, que se completa con sobrefalda larga con volados multicolores de tul y sombrero tipo bonete, de lamé dorado y volado de tul. La usó Isabel Sarli, dirigida por Armando Bo -con diseño de Paco Jamandreu-, en el film Favela (1961), primera aparición de la diva en colores, en este folletín filmado en Río de Janeiro, bastante liviano para la trayectoria del dúo artístico, tanto es así que fue calificado como “Apto para mayores de 14”. La escena de la malla ocurre durante el debut teatral de la protagonista, luego de que un empresario la descubriera durante el baile de su comparsa en la favela: la utiliza Concepción, mientras es llevada en andas por un grupo de bailarines, y luego es retirada de escena con los brazos en alto ante un fondo de helechos gigantes. Concepción se deja hacer y, a lo sumo, levanta una pierna hasta la altura de la rodilla, o se deja recorrer por unas manos desde la cintura al pecho, con su clásico refriegue de la oreja en el cuello, los ojos entrecerrados y la sonrisa extática.
Aquí están también, dentro de las colecciones que alberga el área de Conservación, otras dos perlas: por un lado, el traje de baño enterizo de lycra color azul verdoso, con diseño floral texturado, usado por Graciela Borges en La Ciénaga (Lucrecia Martel, 2001), con pareo de voilé con estampas de flores grandes en colores beige y marrón claro. Ambos tienen manchas que aluden a la escena del vino y la sangre: en la escena alusiva -con dirección de arte y vestuario de Graciela Oderigo- Mecha (Graciela Borges) dice: “Yo me levanto sola; soltame, Isabel, no hagas escándalo”, tras haber reclamado por unas toallas robadas que “de pronto aparecen por todos lados”. Se cae, se corta, y la malla todavía conserva los ecos de la sangre y el vino, que preanuncian la tragedia cuando todo todavía -en el film- es ralentamiento y cuerpos como maniquíes suspendidos en una aparente y sofocante inercia. El de Mecha es la antítesis de un cuerpo deseable en su versión veraniega; aquí, la malla encubre a un cuerpo doliente, hemorrágico y desesperado.
La tercera pieza, que forma parte del patrimonio del Museo, es un traje de baño masculino, enterizo, color azul, de jersey de algodón tejido, para una escena de Miss Mary -dirigida por María Luisa Bemberg- ambientada en el verano de 1938. Tiene breteles finos, cinturón blanco con hebilla plateada, y es usado por el actor Donald Mac Intyre (el personaje de Johnny), quien justamente esbozará un comienzo de romance con la institutriz traída a la estancia por su familia acomodada (Julie Christie), lo cual perturba los cánones tradicionales de la moral pacata aristocrática de la época. Con dirección de arte y vestuario de Esmeralda Almonacid, esta pieza colabora con ese aire anacrónico propio de una familia sorda a los rumores de un mundo que va cambiando sus estructuras, indiferente a todo lo que no sean ellos mismos y -a la manera de los personajes de Anton Chejov-, soñando un sueño del que despertarán abruptamente con la llegada de Juan Domingo Perón, en 1945.
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