El único crédito de Tato

El único crédito de Tato

Un día como hoy pero en 1952 se estrenaba Facundo, el tigre de los llanos, un film sobre el caudillo Facundo Quiroga cuya dirección -según los créditos- estuvo a cargo de Miguel Paulino Tato, por aquel entonces crítico de cine pero que posteriormente se convertiría en la mayor figura de la censura cinematográfica en la Argentina. La verdadera historia de su participación en la película es mucho menos clara y decorosa (incluso indica que en su propia experiencia como director pudo haber sufrido la censura de Raúl Alejandro Apold, desde la Subsecretaría de Prensa y Difusión durante el Peronismo), y así la contaba Andrés Levinson en «Cine Argentino Siempre II», libro que detalla los títulos restaurados por el Programa de Recuperación del Patrimonio Cultural del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, y exhibidas en la señal INCAA TV (actualmente CINE.AR TV) y el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Cabe destacar que la copia de la película desde la que el INCAA realizó un nuevo negativo fue conservada por el Museo, que además aportó las fotografías para el libro.

“Soy duro, inflexible, retrógrado y fascista según la gente. Pero también soy absolutamente insobornable. Me putean los idiotas y los liberales, sencillamente porque no tienen ideología. Respeto a los que la tienen aunque esté en desacuerdo y los combato de frente. Toda mi vida fui igual”, decía Miguel Paulino Tato en septiembre de 1974,
a poco de asumir como Interventor del Ente de Calificaciones Cinematográficas. Tras un larga trayectoria como crítico -comenzó en el diario El mundo junto a Raimundo Calcagno (Calki)- “Nestor”, como firmaba sus notas, había alcanzado bajo la dictadura de Onganía el cargo de director general de Canal 7. Su figura perdió lugar público luego de la victoria de Cámpora a comienzos de 1973, pero tras la muerte de Perón en julio de 1974, Octavio Getino renunció a su cargo en el Ente de Calificaciones y Tato fue convocado. Como crítico se caracterizó por sus comentarios arbitrarios y ultraconservadores, y esa fue su postura durante los cuatro años que ejerció como interventor del Ente. Jubilado en 1978, murió en abril de 1986 y ninguna de las crónicas publicadas entonces menciona que dirigió un film emblemático. Estrenado a comienzos de julio de 1952, pocos días antes de la muerte de Evita, El tigre de los llanos recibió el entusiasmo del público y de la crítica. El film sobre Facundo Quiroga, sin alardes ni estridencias, es el más honesto en términos políticos de todas las versiones realizadas sobre la vida del riojano, y también el menos conocido actualmente. Y pocos de sus méritos se deben a su director. Entrevistado por Fernando Martín Peña tiempo atrás, el ayudante de dirección Máximo Berrondo contaba que Tato apenas duró tres días en el rodaje, ya que desconocía absolutamente todo acerca del oficio, cuestión que desconcertó a los actores y al resto del equipo técnico. Contemplando esta situación inicialmente habían convocado a Leopoldo Torre Nilsson como asistente, pero al parecer tampoco completó su tarea. Llamaron entonces a Carlos Borcosque, quien recientemente había dirigido Volver a la vida (1951) para San Miguel, y éste se hizo cargo del resto del rodaje –figura en los créditos como supervisor, mientras que Torre Nilsson figura en el rubro “Encuadre”–.

“Pobres, huraños, ignorados, hijos de una América agreste y primitiva, bravos e indómitos como su tierra arisca. Así fueron aquellos gauchos que en las montoneras o en los ejércitos de línea guerrearon años y años con salvaje denuedo. Ciegos en su ideal, unos y otros dejaron su sangre mezclada al suelo de nuestra patria. Entre los resplandores de aquella edad heroica se levanta, legendario mito de nuestras guerras civiles, la sombra de un caudillo provinciano, bárbaro y valiente, Facundo…”

Parece el comienzo de La guerra gaucha, el célebre film de Lucas Demare realizado más de diez años antes por Artistas Argentinos Asociados –con el apoyo de Miguel Machinandiarena, dueño de San Miguel- y que se convirtió en el mayor de los éxitos del cine nacional. Aquel film estuvo dedicado a los gauchos salteños de Güemes, convertidos gracias a Lugones primero y al cine después en héroes de la independencia. En este caso el tema son los llaneros de Quiroga, héroes de las guerras civiles. Antiporteños, antioligarcas y nacionalistas: así son descriptos estos gauchos liderados por un indómito y feroz Facundo. “La plata de Famatina no es pa’ los ingleses ni pa’ los porteños, si Dios la ha puesto en La Rioja es pa’ los riojanos”, le explica Quiroga al gobernador cuando éste intenta darle la explotación de las minas a una empresa inglesa. Este tipo de sentencias establece la posición ideológica del film, que si bien parece inscribirse en la del peronismo de su tiempo, recibió objeciones de Raúl Alejandro Apold en algunas partes del guion. Es que los héroes del peronismo clásico no fueron -contra lo que suele creerse- los caudillos provinciales, sino Sarmiento, Mitre e incluso Roca, militares disciplinados que contrastaban con la figura bárbara y fuertemente localista de Facundo, aun cuando el film intenta mostrar que su lucha es, en definitiva, por la nación entera.

Lo sucedido durante el rodaje de este film probablemente haya iniciado una enemistad entre Tato y Torre Nilsson, como explica Fernando Martín Peña en su libro «Cien años de cine argentino» (Biblos, 2012) describiendo las circunstancias alrededor del estreno de Piedra Libre, en 1976:

La calificación de Piedra Libre ya estaba otorgada y el estreno anunciado, cuando se produjo el golpe y Tato decidió prohibirlo por sus «ataques contra la familia, la religión, la moral y las distintas clases sociales». Cuestionado por Torre Nilsson, Tato se limitó a responder: «Es que ahora somos otro gobierno». Hizo falta un recurso de amparo y una sentencia judicial para que la prohibición se levantara. Con la salud quebrantada y agravada por la situación, Torre Nilsson decidió irse a vivir a España y regresó a la Argentina poco tiempo antes de morir en 1978.