06 Oct Entrevista a los realizadores de «Crónicas de un exilio», o sobre la polifonía de los archivos
El Museo del Cine pudo aportar material del cineasta, especialmente en su paso como interventor del Ente de Calificación Cinematográfica, para este grupo de creativos que tal vez desearon y pensaron, muy al inicio, en hacer una película sólo sobre Octavio Getino y su segundo exilio. Pero buscaron y encontraron. Y a quienes buscan les sucede lo inesperado (¿será una regla de oro de los archivos?).
Otras voces, registros y hallazgos fortuitos transformaron la experiencia de los realizadores y el viaje del film. Acá, en esta nota, también las miradas se multiplican y comparten aspectos de su trabajo: Pablo Guallar, Micaela Montes Rojas, Hernán Figueroa Galperin y Carlos Cambariere contestan sobre Crónicas de un exilio, de la productora Palta Films, estrenada en BAFICI 2021.

Octavio Getino en Lima, Perú, junto a su compañera y sus hijos
– Crónicas de un exilio se inició como proyecto en el 2012. ¿Cuándo y por qué te involucraste en la realización de esta peli?
Pablo: En el transcurso de mis estudios en la UBA me había especializado en el Cine Político Latinoamericano de la década del 60’ y el 70’ con foco en el Grupo de Cine Liberación y Cine de Base. Me interesaba esa generación de cineastas comprometidos a fuego con sus ideales. Tuve la oportunidad de conocer a Octavio Getino personalmente en el año 2011 y participar en una serie de entrevistas acerca de su vida y pensamiento. La cantidad de acontecimientos emblemáticos de su historia me llevaron a querer iniciar un proyecto documental sobre su figura.
Por consejo de Ricardo Manetti, decidimos abordar la temática del exilio en torno a la figura de Getino. Octavio nació en España y ya de chico vivió la experiencia del exilio cuando llegó a Argentina en 1952. Él hizo su vida, formó su familia, desarrolló su carrera artística y en 1976, luego de un intento de secuestro, fue obligado a abandonar el país. Los tentáculos de la dictadura lo persiguieron hasta Perú, donde tuvo que moverse de Lima a Huamachuco. En la diferencia de ambos exilios residía un potencial enorme a ser explorado.
Fueron diez años de experiencias que jamás olvidaré. Momentos muy felices y otros muy tristes. Una gran parte de mi vida transcurrió en paralelo a este proceso creativo enorme que implicó dar a luz a Crónicas de un Exilio. La película ha tenido un profundo trabajo colaborativo entre todos los que participamos en ella, tanto en la investigación-guión como en las decisiones estéticas.
La mayor satisfacción que me brindó este proyecto fue la de conocer el entorno de Octavio, su maravillosa familia y sus compañeros/compañeras del camino, muchos de quienes ya no están. Mi recuerdo a Humberto Ríos, Fernando “Pino” Solanas, “Tito” Ameijeiras, Susana Velleggia y mi agradecimiento más sincero a lxs amigxs que me llevo de esta aventura.
Mica: Me involucré cuando Nicolás Mazzeo y Pablo estaban empezando a pensar en la posibilidad de contar la experiencia de Octavio Getino en el exilio. Hacer un documental sobre esos años, esas vivencias, me pareció super interesante y quise sumarme enseguida. Yo lo estudié a Getino en la facultad, y siempre admiré sus películas, su forma de escribir, sus textos los recuerdo muy vívidamente.
Hernán: Mi incorporación ocurrió en el 2014, cuando empezamos a hacer el desarrollo de la película con mi productora Palta Films, junto a mis socios Nicolás Cobasky y Nicolás Mikey. En ese momento nos contactaron Micaela y Pablo con el proyecto en un estado inicial que proponía hacer un recorrido biográfico de las experiencias de Octavio Getino en su exilio en Perú. Conocía la historia de Octavio y su papel fundamental en el cine argentino, pero lo que me motivó a producir el proyecto fue enterarme cómo había sido su exilio teniendo que dejar a sus pequeñxs hijxs en Argentina luego de un intento de secuestro por la dictadura militar, la vida de una familia dividida, y cómo durante esos años, donde la comunicación era muy difícil, se habían comunicado con cassettes, dibujos y cartas. Ahí supe que había una película que me interesaba participar, una problemática universal que excede un documental biográfico para contar las problemáticas del exilio no solamente desde la visión de quien se fue, sino de quienes se quedaron.
En los siguientes meses trabajamos mucho con mis socios y lxs directorxs (en esta etapa también participó Ezequiel Radusky como asesor) para poder amalgamar ambas búsquedas. Luego de mucho trabajo creativo en conjunto logramos ganar el concurso Raymundo Gleyzer, que nos dio la posibilidad de realizar esta película.
Posteriormente, con el correr de los años, me terminé involucrando no solo como productor, sino también haciendo la producción artística ,investigación y guion de montaje, trabajando a la par de lxs directorxs y el montajista Carlos Cambariere en la decisiones estéticas y narrativas de la película.

Octavio Getino junto a Pablo Guallar en el 2011

Equipo creativo de Crónicas de un Exilio
– ¿Cómo se les ocurrió contactarse con el Museo del Cine? ¿Qué rescataron del acervo del Museo para esta peli?
Mica: el Museo del Cine es uno de los grandes acervos de material de archivo. Octavio Getino había subido a su blog las entrevistas de cuando asumió y cuando renunció al Ente de Calificación en el año 1973, y desde ese momento supimos que tenían un material que querríamos usar si o si en nuestro documental. Luego con la búsqueda de material, también fue un lugar de consulta. Al conocer qué materiales necesitamos y que el museo podía cedernos los derechos para usarlo en nuestra película fue el último paso de un largo recorrido de creación. También usamos imágenes del Documental Familiares Peronistas de Presos.
Pablo: En el transcurso de la investigación pudimos visitar el Museo del Cine y ver todo el material disponible sobre Getino. La mayor cantidad de material fílmico en el cual podemos verlo formaba parte del acervo del Museo del Cine. Son las imágenes que Micaela nombra del año 1973, cuando Octavio asume la intervención del Ente de Calificación y estrena La hora de los hornos.
Hernán: El Museo del Cine es uno de los lugares de referencia para buscar material de archivo en Argentina y fue uno de los primeros lugares de consulta. En una primera etapa Micaela y Pablo encontraron las entrevistas a Octavio Getino, que pertenecen al acervo del Museo. Luego, un poco antes de iniciar el proceso de montaje de película, hicimos una búsqueda intensiva de material de archivo, en el cual pudimos encontrar material que nunca habíamos visto del antiguo canal 9, que nos permitió poder acceder a testimonios de clima de época y también unas imágenes claves para el cierre de la película de una marcha de la militancia peronista apenas regresada la democracia en 1983.
– Hay en Crónica un uso muy variado y rico de archivos que recorre y desdibuja los límites usualmente identificados con lo privado y lo público, lo íntimo y lo político. ¿Cómo se desarrolló esta estrategia? ¿Hasta qué punto buscaron homenajear a Getino y -también- lanzar una mirada crítica a su figura?
Mica: Cuando pensábamos en la vida de Octavio sabíamos que queríamos lograr un balance entre lo privado y lo público, lo que se sabía y lo que no, lo que contaba y lo que se reservaba. La familia de Octavio fue imprescindible para esto. Cediéndonos fotos, cartas, videos, documentos, trámites, contándonos en detalle vivencias personales que enriquecieron mucho el punto de vista más oculto para los espectadores. Y ni que hablar al momento de conseguir las cartas que le enviaba Octavio a su mujer Susana en Buenos Aires. Nuestro agradecimiento para elles es infinito. Marina, Estela, Alejandra, Santiago, Iván, Marivi, Juan Manuel y Aurora.
El uso de materiales hogareños y de archivo fue surgiendo, primero como meras ideas en el guion y luego se vio materializado en el momento de la edición. El guion nunca terminó de cerrarse hasta el último corte de edición. La labor que hicimos junto a Pablo, Hernán y Carlos profundizó y enalteció el cierre de la película.
Pablo: El documental busca lanzar una mirada sobre el exilio, teniendo en cuenta sus causas y consecuencias. En Getino lo público y lo privado dialogaban de forma muy interesante, generando un personaje rico en claroscuros. Su batalla en el campo cultural le trajo fracturas irreversibles en su universo familiar, en un contexto sumamente complejo y peligroso. Las secuelas de su partida dan paso a las historias de vida de Marina, Estela, Alejandra, Iván y Santiago, que generosamente compartieron con nosotros. Sus voces se transforman en el montaje en los relatos estructuradores del documental, dando lugar al material de archivo hogareño que nos sirvió de soporte para dar cuenta del horror cotidiano de convivir con la dictadura militar.
En el desarrollo del guion imaginamos estrategias para emular imágenes en súper 8, intentando redescubrir la Lima que Octavio había vivido en su exilio. La aparición de las cartas del exilio nos llevó a querer profundizar esta línea, ya que veíamos en ellas una forma de transmitir de forma íntima las sensaciones del exiliado. Otro acontecimiento emblemático, que marcó el uso del archivo, fue el descubrimiento de unos rollos de 35mm en las calles de Haedo con imágenes inéditas de la dictadura cívico-militar. Estos materiales, que nos habíamos imaginado como ideales en la escritura del guion, aparecen como por arte de magia o juego del destino. La materialidad de estas imágenes, con rayones, hongos y manchas de humedad, sirvió a su vez como guía estética y un gran complemento del material de archivo hogareño. El trabajo de restauración y digitalización de los rollos se llevó a cabo en conjunto con el archivo de RTA. Agradecemos a quienes lo hicieron posible.
Hernán: Al igual que cualquier otro documental, una cosa es lo que se planifica inicialmente y otra es lo que sucede cuando empieza el rodaje donde se transforma en una película totalmente diferente. En ese sentido, la estrategia de uso de archivo de la película se fue explorando y descubriendo en el mismo desarrollo de la producción y montaje.
Lo primero que decidimos fue prescindir de la imagen de las 40 entrevistas que habíamos filmado a 2 cámaras, para usar solo el sonido de los testimonios, y sostener todo el documental únicamente con material de archivo. Esto generó un desafío, porque si bien contábamos con el archivo personal que nos había brindado generosamente su familia y algún material histórico inédito que había conseguido Pablo de forma increíble, necesitábamos contar con mucho material de archivo que no teníamos. Esto implicó por un lado una búsqueda intensiva de archivo histórico en las diversas instituciones de archivo de Argentina y Perú. Y por otro lado teníamos que tomar una decisión respecto a la falta de archivo familiar e íntimo de la familia para poder sostener visualmente sus relatos, ya que solo teníamos 3 minutos de un rollo de super 8 de la familia Getino. En ese momento se manejaron distintas alternativas, desde generar animaciones, como hacer recreaciones en super 8, finalmente se me ocurrió aprovechar que conocía mucha gente con rollos viejos familiares de super 8 filmados en la década del setenta, y tratar de utilizar el recurso de mezclar filmaciones de distintas familias, para poder recrear la memoria infantil de un clima de época. La idea gustó a todo el equipo y nos pasamos semanas buscando rollos de super 8 de cualquier lado, desde comprando en ferias, como de nuestras familias o de amigxs, sin saber exactamente qué contenido e imágenes tenían. Y paralelamente Nicolas Mikey, que además de productor fue DF de la película, diseñó un sistema de captura 4k a partir de un viejo proyector y se pasó muchas semanas digitalizando material y sorprendiéndose de lo que iba a apareciendo, que mágicamente tenía similitud con elementos importantes de la historia de la familia Getino.
Luego de todo este proceso de acopio de material armé junto a Florencia Caset, que también ayudó mucho en la búsqueda de material, una primera guía de estructura para iniciar el montaje tomando en cuenta el archivo histórico que habíamos obtenido.
La estructura de la película se sostiene en 3 ejes narrativos que se cruzan, por un lado el mundo íntimo de Octavio en el exilio contado a partir de sus cartas, por otro lado la visión de lxs hijxs a partir de testimonios, y finalmente su historia pública atravesada por la historia argentina.
Cada uno de estos ejes narrativos tienen un uso particular de archivo distinto que Charly, el gran editor y músico que tuvo la película. trabajó con mucho detalle, haciendo un trabajo maravilloso, marcando el ritmo y el pulso de toda la película, seleccionando entre horas de archivo y resignificándolo; en ese sentido podríamos decir que de cierta forma se homenajean algunos criterios de montaje de La hora de los hornos.
La película no busca hacer un homenaje idílico a la figura pública de Octavio, tampoco creo que sea una mirada crítica a su figura, sino una mirada honesta, respetando las ambigüedades que tenemos todas las personas. Vivimos con contradicciones, cometiendo errores y aciertos, eso nos hace humanos, frágiles y reales. Y esa humanidad queríamos que se vea reflejada en el documental.
Nuestra mayor satisfacción fue la confianza que la familia Getino nos dio para hacer la película y que se sientan reflejados luego de verla, ya que esta película es más de ellxs que nuestra.
– El archivo en Crónica… parece no sólo documentar sino generar climas, resonancias, recuerdos cruzados entre personas de diversas edades, posiciones sociales, compromisos políticos, experiencias… Como si tejiera o intentara ligar, aunque desde las ruinas y memorias fragmentarias, algo de aquella comunidad (no idílica, pero sin dudas prometedora) que se ocupó en destrozar la Dictadura cívico-militar. ¿Esta práctica retoma pero también ensancha ciertos límites de la propuesta del Grupo Cine Liberación?
Pablo: La estética de shock de La hora de los hornos nos parecía un recurso narrativo que podía servir como soporte visual de esa red de relatos que se entreteje en el documental. Nuestro uso del archivo difiere de la noción del Cine-Acto que promulga el grupo Cine Liberación y sus objetivos. Es un montaje que apela a lo emocional y no al recurso didáctico. El trabajo de Carlos Cambariere en ese sentido fue magnífico.
Mica: En cada escena, mediante edición y música, se impusieron tonos diferentes; la idea siempre fue generar sensaciones. La historia argentina tiene tantos matices que una película se quedaría corta si quisiéramos contarlos todos. Hacer un recorte dentro de la línea de tiempo que se contó, de los saltos, fue una tarea difícil, si hubiéramos dejado todo lo que queríamos la película duraría más de dos horas seguro. Por momentos se citó a propuestas del Grupo Cine Liberación, ya que Octavio y varios de los entrevistados eran parte del Grupo. Y fue un lindo juego desde la edición y el sonido emular ciertos fragmentos de películas como La Hora de los Hornos.
Hernán: Uno de los mayores desafíos que tuvimos durante el montaje fue encontrar la forma de reflejar audiovisualmente la memoria en la niñez de lxs hijxs de Getino en esas épocas tan duras. En ese sentido creo que uno de los aciertos en el montaje fue usar alternadamente material de archivo privado variado de distintas familias y paisajes, lo mismo que momentos con imagen en negro, o errores de captura del los rollos del filmico, como un recurso para generar una sensación al espectador de emular recuerdos pocos nítidos y difusos, que son tan comunes cuando intentamos recordar algo de cuando éramos tan pequeños. Esto fue muy debatido durante la etapa inicial del montaje de la película, en que decidimos que muchos elementos, que quizás eran limitaciones por la falta de archivo real, los resignificamos como recursos estéticos para la narrativa. Y en esto fue fundamental la mirada y sensibilidad del trabajo que hizo Charly en la isla de edición.
-Acerca del sonido en la peli: Cómo decidieron hacerle música, por qué. ¿Se reformula así el género documental? Y tal vez quieran desarrollar alguna cuestión con el género epistolar, que ya es un tipo de literatura, donde no hay imágenes -no muestran las cartas- que atraviesa las distancias con una estrategia intimista, confesional, que le es propia…
Mica: Gracias a la predisposición de Iván “Wari” Arce, el hijo de Susana, logramos entrar al mundo más íntimo de Octavio. Conocer lo que sentía, lo que extrañaba, sus deseos, sus preocupaciones. Nosotros siempre soñábamos con tratar de entender lo que siente un exiliado y, cuando llegaron las cartas, fue algo tremendo. Su manera de escribir me impactó profundamente.
La decisión de no mostrarlas fue cuando decidimos utilizar una voz que las leyera. Y sobre ellas mostrar imágenes de lo que iba narrando. En la película las interpreta magníficamente el actor Diego Velázquez.
Hubo un laburazo también entre el editor Carlos y el postproductor de sonido Juan Molteni, cada espacio tenía sus capas de sonido, uno sentía que cada construcción sonora era perfecta para cada escena.
Pablo: La música en el documental es clave para reforzar el aspecto emocional que se desarrolla. Carlos logró un equilibrio rítmico profundo entre la música y las imágenes. Es un recurso que ayuda al espectador a compenetrarse de forma más profunda en la historia.
Carlos: Yo venía trabajando en el montaje de la película y en determinado momento los productores me ofrecieron hacer la música original también. Lo cual representó un desafío enorme, porque el trabajo de montaje en sí mismo ya era complejo, y sumarle la composición musical significaba sumarle un trabajo enorme, ya que es una película con mucha música, y por momentos con un uso bastante protagónico de la misma. De hecho, se compuso una hora y dos minutos de música, en una película que dura hora y media, lo cual denota el lugar de importancia que se le dio.
Al mismo tiempo, la decisión de que yo hiciera la música tenía una ventaja: como venía trabajando hace tanto tiempo en el montaje, y venía participado codo a codo en la construcción narrativa, manejaba un conocimiento muy concreto y muy claro del tono que tenían que tener las escenas. O sea, de lo que se quería contar, cómo se quería contar, y el efecto que se quería producir en el espectador.
En relación a lo estético, de la misma forma que la película está construida sobre tres líneas narrativas; la epistolar (la faceta más íntima de Octavio), lo familiar (que está sostenida por el relato de les hijes) y la parte político/pública de Octavio, la música también se construyó con ese criterio pero simplificando esas tres líneas en dos. Lo íntimo se fusionó con lo familiar, convirtiéndose en una sola línea sonora y por otro lado lo político/público con otra intención estética.
Lo íntimo/familiar se trabajó con la idea de transmitir el aspecto más sensible, emotivo, nostálgico, y por sobre todo, la fragilidad del vínculo de Octavio con su entorno (pareja e hijes). La fragilidad de esos vínculo que se resquebrajan con la distancia fue la premisa fundamental y, para lograr esa intención, se trabajó con sonidos más vidriosos, filosos y metálicos, con un protagonismo más destacado de líneas melódicas que se re-exponen una y otra vez en los distintos momentos familiares, al modo de leit motivs. Ese sonido brillante y por momentos quebrado intenta transmitir esa mezcla de emociones encontradas que van desde el amor, el deseo, la tristeza, el rencor, y hasta el perdón, traducido en instrumentos como copas de cristal, metales frotados, cuerdas y pianos.
En cambio, la línea político/pública se trabajó con un sonido más en bloque, más textural y pesado, o sea con sonidos muy graves, distorsión, con sonidos rotos altamente procesados, para generar las tensiones y, por sobre todo, la intensidad y confusión de la época. No hay prácticamente líneas melódicas, acentuando esta idea confusa y convulsa de una época compleja de decodificar; confusión que alimenta esa masa musical que va acumulando cada vez más presión sonora. Y a su vez con algunas reminiscencias a lo familiar, con sonidos frágiles y quebradizos, para generar un puente entre las dos líneas narrativas y así difuminar la frontera entre ambas.
Otro aspecto interesante para destacar, y una de las cosas que más me interesó explorar, tiene que ver con borrar la frontera entre lo estrictamente musical y el resto del sonido de la película (diálogos, ambientes, foleys). Por ejemplo, elementos muy particulares y recurrentes que tiene la película, son el uso de roturas de cintas, los soplidos, el engranaje de los proyectores, toda la materialidad de lo fílmico traducida en estos efectos sonoros, y que procesados intensamente se convirtieron en parte del lenguaje musical. Las texturas y los ritmos musicales están trabajados con estos mismos efectos sonoros, haciendo difícil de identificar dónde empieza y dónde termina la música.
Y en relación a la pregunta, no creo que la utilización de la música reformule de ninguna manera el género documental ya que la música y el cine mantienen un vínculo sumamente estrecho prácticamente desde los inicios del cine; básicamente el cine primero fue música y después sonido y música. Y el cine documental nunca fue ajeno a la utilización de la música como recurso dramático y estético. Por esta razón no creo que nos despeguemos en absoluto de una tradición que viene desde los inicios mismos de la cinematografía.

El estreno en BAFICI 2021
Sinopsis: En 1976, luego de un intento de secuestro, el cineasta Octavio Getino abandona la Argentina. Tanto él en Perú como su familia en Bs As convivieron con la ausencia y los miedos, con el peligro y el desarraigo. La comunicación sólo era posible a través de cartas y cassettes. Crónicas de un Exilio indaga a la persona detrás de la figura, explorando los recuerdos de sus familiares y compañeros de lucha. Narra, desde una perspectiva íntima, las causas y consecuencias de su exilio, la ruptura y reconstrucción de una familia que fue atravesada por los años más oscuros de nuestra historia.
Sobre los realizadores: Micaela Montes Rojas estudió la carrera de Diseño de imagen y sonido en la FADU-UBA y se especializó en fotografía. En el año 2015 presenta su primer cortometraje Vidas maltratadas. Desarrollo junto a Pablo Guallar el documental Crónicas de un exilio el cual resulta ganador de la 2ª edición del concurso Raymundo Gleyzer – Cine de la Base – INCAA – 2015.
Pablo Guallar es Licenciado y Profesor en Artes de la Universidad de Buenos Aires. Guionista, director y fundador de la productora Ti Jean Films. Entre sus producciones figuran cortometrajes y largometrajes que han cosechado diversos galardones en festivales alrededor del mundo. Fue becado por el Fondo Nacional de las Artes. En el 2014 produce y dirige Morón city Blues, premiado en el Festival de Cine Inusual de Buenos Aires (Mejor Dirección) y en el Festival de Cine con Riesgo (Voto del Público). Su largometraje Siestas, fue parte de la selección del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. El documental Crónicas de un Exilio, que dirigió en conjunto con Micaela Montes, fue ganador del Concurso “Raymundo Gleyzer” del INCAA y tuvo su estreno en el BAFICI 2021. En la actualidad se desempeña como director del área de desarrollo de contenidos del estudio de animación BLU. Es uno de los miembros fundadores de Cineastas del Oeste.
Hernán Figueroa Galperin es editor y productor audiovisual. Ha trabajado en decenas de proyectos audiovisuales. Es socio fundador de la Asociación Argentina de Editorxs Audiovisuales (EDA), y desde 2013 se desempeña en la comisión directiva. En 2016 crea Palta Films SRL, casa productora audiovisual. Ese mismo año produce el documental Un suelo lejano de Gabriel Muro (Fest. Cine de La Habana, BAFICI). En 2018 gana el concurso de Series Web del INCAA y produce la serie web “El sueño del pibe” de Fernando Milsztajn y Mariano Swi seleccionada en competencia oficial para “Seriesmanía” y “Seriesland” 2020. En el 2015 gana el concurso INCAA Gleyzer de la base y en el 2021 estrena en BAFICI el documental Crónicas de un exilio. En el 2017 gana el concurso INCAA Raymundo Gleyzer 2017, con el largometraje de ficción La escondida, que se encuentra en preproducción.
Actualmente se encuentra desarrollando los documentales Historia de un vestido, La ley del lobisón y Dueño de nada. En Crónicas de un exilio, además ocupó el rol de Productor Artístico, Guionista de montaje y Director de Producción.
Carlos M. Cambariere: Formado en cine y música, y especializado en montaje, trabajo desde el 2005 editando proyectos de cine, televisión y publicidad. Habiendo participado en más de una docena de proyectos cinematográficos, entre los que se destacan los documentales Relámpago en la Oscuridad, Un cine en Concreto y la serie de ficción Un Gallo para Esculapio. En Crónicas de un exilio fue montajista, guionista de montaje y realizó la música original.
Ficha Técnica
País: Argentina
Año de Producción: 2021
Duración: 93 Min
Categoría: Documental
Idioma Original: español
Formato de Producción: HD/2K
Formato de Exhibición: DIGITAL
Compañia Productora: Palta Films SRL
Directores: Micaela Montes Rojas /Pablo Guallar
Producción Artística: Hernán Figueroa Galperin
Productores: Nicolas Cobasky / Nicolás Mikey / Hernán Figueroa Galperin
Productores ejecutivos: Nicolas Cobasky / Nicolás Mikey
Guionistas: Micaela Montes Rojas, Pablo Guallar, Hernán Figueroa Galperín, Carlos Cambariere
Editor y música original: Carlos Cambariere (EDA)
Director de Fotografía: Nicolás Mikey / Nicolás Colledani
Diseñador de Sonido: Juan Molteni
Nota: Pamela Gimena Vázquez
Fotos: Las fotos de Getino de la portada y el final son de autoría desconocida, pertenecen al acervo fotográfico del Museo del Cine. Las fotos junto a Pablo Guallar, las del equipo de realización de la película y la de Getino junto a su familia son gentileza de los realizadores.