Dorado en blanco y negro

Sergio Olguín

Escritor y guionista

Acaricia la tela desnuda como si fuera un cuerpo. La observa, la despliega, la mide, la corta, la cose. Dibuja en ella como si fuera la tela de un cuadro, pero es una malla, la prenda que se va a poner la protagonista de la película. No es cualquier actriz, no es solo su amiga, su compañera de confesiones mutuas. Es la mujer más deseada de un país, de un continente. Y ahí está ella, parada frente a él, agarrada a su carterita como si fuera a perder el equilibrio si la suelta. Lo mira con esa mezcla de inocencia y deseo que vuelve locos a los hombres y a él le causa gracia, le despierta el insulto fácil que le dice a la cara. Y ella se sonroja, amaga enojarse, pero se ríe. No es inocente. Y su deseo está puesto en la malla que él le diseñó, le cosió y ahora levanta y se la muestra como una bandera. Ella se acerca, la toca como hacía él unos minutos antes, como si esa prenda pudiera disfrutar de las caricias. Él le dice que se desnude y se la ponga. Ella mira alrededor, tal vez piensa irse hacia otra habitación, pero no lo hace. Se quita la ropa, él la mira. Le gustaría ser ella, voluptuosa, dulce, que su rostro se ponga colorado ante una grosería. ¿Cuándo fue la última vez que él se puso colorado? No lo recuerda. Ella se pone la prenda, esa malla que parece viva, que disfruta de las caricias y que ahora goza apretando el cuerpo desnudo de la actriz. Esa prenda es un hombre amando. Él quisiera ser ella, quisiera que un hombre lo cubriera como cubre la malla ese cuerpo femenino. Su amiga quiere saber por qué es dorada, si la película va a ser en blanco y negro. Él le responde porque quiere que ella brille en cada toma, que el director se deslumbre ante su presencia y nadie pueda dejar de mirarla. Le dice que el blanco y negro igualmente va a reflejar el deseo que su prenda y ella despiertan. Ella pasa su mano por los costados de la malla, lentamente, como disfrutando cada línea del bordado. Él piensa en los hombres que querrían hacer lo mismo. Siente algo de envidia, algo de dolor, pero también algo de felicidad. Se acerca a ella, le ajusta los breteles, siente su piel cálida. Él le dice que la envidia. Ella le dice que sufre. Él le dice que deberían ser felices. 

Malla de baile diseñada por Paco Jamandreu para Isabel Sarli en Favela (1961, Armando Bo)